domingo, 3 de abril de 2011

MI FANFIC: LA SOMBRA DEL DESEO CAPITULO 1


CAPÍTULO 1: SECUESTRO
                                                        
   
Sin aliento, sin fuerzas, corría, huía de aquel lugar insoportable en el que yo vivía. Era la primera vez que salía de esa casa, desde que tenía tres años, no, desde la muerte de mi padre, hará ya trece años. Todos esos años he tenido que soportar las palizas que mi madre me daba, yo no sabía el motivo por el cual me maltrataba, ni siquiera se lo llegué a preguntar, quería creer que era porque me quería, y no le agradaría verme muerto como a mi padre. Pero, ya no pude soportarlo más. Me tenía encerrado en una gran habitación llena de libros, acompañada por la terrible oscuridad, sólo con una lámpara casi oxidada que iluminara mi vida. Temía que algún día de esos muriera asfixiado.


Miré a mi alrededor (me paré), todo era tan extraño, todo había cambiado, desde la última vez que salía a dar una vuelta con mi padre, el día que lo asesinaron. En ese instante recordé aquel fatídico día, todos esos años había estado pensando en ello como si fuera un va y ven, era insoportable, me hacía sentir muy mal y a la vez culpable por lo que ocurrió aquel día. Meneé la cabeza rápidamente no quería recordarlo, no. Me fijé en las calles, eran estrechas, con muros que tapaban los interiores de los jardines de las casas. Comencé a andar, mientras pasaba por calles y calles me pareció todo un laberinto, y que todos me conducían al mismo sitio “- quizás, no debí haberme escapado, a estas alturas mi madre debe haberse percatado de mi ausencia. Se habrá puesto a gritar como loca-“pensé.


Oí un estruendoso ruido, decidí seguir el sonido, al menos saldría de aquel laberinto de calles. Me paré en seco en una esquina al oír unas voces varoniles, y me puse a escuchar.

- Ya está hecho, ¿dónde se ha metido el jefe?-

-Se habrá ido a dar una vuelta, ya sabes que  él se aburre vernos limpiar cadáveres, jajaja –

- No digas chorradas tío jaja-

Miré al suelo, me quedé helado, no podía ser, acababa de ver un asesinato de dos hombres, acababan de limpiar la sangre, pero los cuerpos aún estaban ahí ensangrentados, debía irme, si me descubrían estaría en un apuro bien gordo, o peor, muerto. Mi cuerpo temblaba, estaba muerto de miedo, aquello volvió a recordarme la muerte de mi padre, pero tenía que reaccionar, me di media vuelta lentamente sin dejar de mirar hacia atrás, me iba a poner en marcha cuando choqué contra algo… O alguien.

- ¿Te parece divertido chico?- era un hombre, por su altura y la forma de su cuerpo debía de tener unos veinticinco años aproximadamente; le miré a la cara muy sorprendido, era un hombre muy atractivo, su cabello negro liso se hacía reflejar con sus ojos verdes claros. Me quedé sin habla unos momentos, observándolo. – Te he hecho una pregunta- desperté de aquel hermoso sueño, me percaté de una cosa, ese hombre debía ser sin lugar a dudas el jefe del que hablaban aquellos hombre.

- Yo… yo, lo siento. No quería mirar, es que me perdí por las calles, y bueno…, oí un ruido y me acerqué, pero no se lo dije a nadie,… lo juro-. Intenté esquivarlo para salir corriendo, pero el me agarró fuertemente por el brazo, y me acercó a él. Estaba incomodo, no dejaba de mirarme de arriba abajo, me puso muy nervioso. Mis ojos se cristalizaron, estaba a punto de llorar, me iba a matar, estaba totalmente seguro. Era la primera y la última vez que saldría de la casa principal.

- Eres muy hermoso para ser un chico- su mirada se dirigió a  mis ojos.- y tu color de ojos son preciosos, azules, mm, interesante-.

- ¡KEI-CHAAAAAAAN!- alguien se acercó por detrás de mí, nunca había visto a una persona como él, su pelo era rojo cobrizo, y largo, recogido con una cola, iba vestido de negro  como sus otros compañeros, y parecía una persona bastante alegre. Se me quedó mirando por unos instantes, pero pasó de mí.

- ¿Qué quieres Rhino?- el hombre dejo de mirarme pero no me soltaba ni a tres tirones, parecía bastante enfadado con el muchacho pelirrojo por haberlo interrumpido, no se, era como si hubiera querido seguir observándome.

- Ya lo hemos limpiado todo, sólo quería preguntarte…- me mira- ¿quién es este?-

-¡Y yo qué coño sé! ¡Eh tú! ¿Cómo te llamas?- Y seguía sin soltarme

-Aoi… me llamo Aoi- agaché la cabeza.

- Mmmm… Aoi, un bonito nombre para una nenita como tú, jajaja.- levanté la cabeza, observé que el compañero de éste no se reía, solamente me miraba. Volteé la mirada hacia el hombre, estaba muy enfadado, pero no estaba en condiciones de contradecirle. Por fin dejó de reír, pero se acercó a mi oído.

-¿prefieres ser mi mascota o mi amante?- su susurro de palabras llegaron a mi oído como las balas de los cañones.

- ¡SUELTAME! – Hice fuerza para soltarme de su mano, pero fue inútil, al contrario, él me apretó el brazo con mucha más fuerza.- ¡AH! Me haces daño, ¡déjame!- las lágrimas empezaron a resbalar por mi rostro, no podía aguantarlo más, eran como las palizas de mi madre, o mucho peor.

- Kei-chan ¿qué vas a hacer con él?- le preguntó el muchacho pelirrojo dejando de mirarme para observar al hombre.

- No sé, no se, ¿qué hago contigo?- haciéndose a si mismo esa pregunta juntó su cuerpo con el mío, me soltó el brazo, pero a cambio me agarró por la cintura.- No llores. No te voy a matar…- hizo una pausa- aún- me asustó más todavía ¿qué pretendía hacer conmigo?, no lo comprendía, ¿qué había visto en un muchacho como yo? Para mi sorpresa, pasó suavemente su mano por mi rostro, ladeando las lágrimas que asomaban por mis ojos. Observé como me miraba, no era precisamente la mirada de un asesino ni nada que se le pareciera, era una mirada gentil y amable.

- Kei-chan, se nos acaba el tiempo-  el muchacho pelirrojo miró para otro lado, parecía que le daba vergüenza aquella situación.

- ¡Ya voy!- El hombre acercó sus labios a los míos, aquello me pilló desprevenido, notaba como un líquido fluía por mi garganta, era un sabor muy amargo. Se separó de mí lentamente, parecía saborear aquel beso. Me sentía bastante mareado, era muy extraño.

- ¿Qué… qué me has dado?- Todo me daba vueltas, mis piernas temblaban, mis manos y mis brazos estaban sin sentido, no conseguía moverlos ni aunque quisiera, estaban como muertos.

- No te preocupes, no es veneno, es una droga que te hará dormir- lo oí apenas, pues entonces todo se quedó oscuro y vacío, lo último que llegué a observar fue aquellos ojos verdes.

                                                    
***


Oía una voz, era muy varonil, me parecía muy familiar, y no me gustó la primera vez que la oí.
-¡Eh tú! Abre los ojos, se que estas despierto la droga que te di no dura más de una hora- si, sin lugar a dudas era la voz de aquel hombre tan despreciable con el que me había topado al escaparme de la casa principal. Abrí los ojos lentamente, su cara estaba frente a la mía, su mano se apoyaba a la derecha de la almohada, me sobresalté un poco.

-¿qué estás haciendo? ¡No te acerques a mi!- intenté alejarme de él, pero era imposible, no tenía fuerzas ni para levantar una pajita. Aquello me hizo recordar el beso amargo que me dio antes de quedarme dormido por la droga que me había hecho ingerir, me puse muy colorado. Aquel imbécil me había robado mi primer beso para drogarme “será cerdo” pensé. Tras eso, miré a mi alrededor, todo era desconocido para mi.- ¿Dónde estoy?- él se incorporó sentándose en la cama sin dejar de mirarme.

-En mi casa-

-¿Porqué? ¿Porqué no me has matado?- sin dejar de mirarme se rió por lo bajo.

-Porque no suelo matar a niñitas-

-¡No soy una niñita!- me incorporé del mismo cabreo.

-¡Uy! Vaya, así que la niñita tiene agallas.- tras decir eso me agarró por el brazo fuertemente y me acercó a él, sus labios se acercaron a mi oído casi rozándolo- será mejor que no saques las uñas ante mí, gatita, porque yo, te las podría cortar.- Empezó a lamerme la oreja.

-¡Déjame!- le empujé- que sepas que yo ni seré tu mascota ni nada que se le parezca, además yo tengo derecho a defenderme de…- no llegué a terminar de explicarme, me estaba besando de nuevo.

-Será mejor que te relajes o te dará algo, gatita-. Se alejó un poco de mi (seguramente por miedo a que le patees).

-¡No me llames gatita! Me llamo Aoi, además no creo que tu nombre sea mejor que el mío, ni siquiera me lo has dicho-

-Créeme, mi nombre es mucho más varonil que el tuyo, eso seguro- su sonrisa no se despegaba de su cara.- Kei, me llamo Kei- si, era sin duda más varonil que el mío –Y, ni se te ocurra llamarme “Kei-chan” o te cojo de ese lindo cuello y te mato, ¿entendiste?- yo asentí con la cabeza muy asustado, sus ojos parecían llamas de odio, seguro que estaba pensando en el muchacho pelirrojo, jeje.     

- Kei, ¿porqué no dejas que me valla? Yo no te sirvo para nada, además, ya te juré que no diría nada.-Agaché la cabeza.

-¿Quieres saberlo?- Asentí suavemente.- Es muy sencillo, porque no me da la gana- se levantó de la cama y se dirigió a la puerta- Espero que te haya quedado muy claro- y cerró la puerta tras de sí.   

Cogí uno de los cojines que había de adorno para la cama y lo lancé con todas mis fuerzas hacía la puerta.

-¡TE ODIO!-    

1 comentario:

  1. muy chulo!! La semana que viene te devuelvo el dibu!!!

    BESOS wapa.

    Y suerte para tu exam!! Seguro que lo bordas!!!

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