Capítulo 6: Verdades y apariciones
Busqué por el aseo un albornoz, pero no encontré ninguno “Seguro que Kei lo ha hecho a propósito”.
Entonces, al verme tan sudado decidí darme una ducha ya que había una toalla grande colgada en un perchero al lado de la ducha. Cuando acabé de ducharme oí un ruido fuera de la habitación, “¿habrá vuelto Kei?”, yo esperaba que si, porque así podría preguntarle acerca de mi ropa y si tenía el permiso de salir de la habitación cuando quisiera.
Me coloqué la toalla por el cuerpo sin secarme, tenía el pelo chorreando algunas gotitas de agua pero no me importó, me acerqué a la puerta y la abrí (primero el pestillo) lentamente. Asomé la cabeza muy despacio, si, efectivamente había alguien pero ese alguien no era Kei.
-Disculpe,… ¿Quién es usted?- no me alejé de la puerta del baño, estaba muy asustado. Noté como giraba la cabeza hacia mí, y aún así no lograba verlo bien, la habitación estaba demasiado sombría para poder verle.
-¿Aoi? ¿Tú eres Aoi?- se levantó rápidamente, parecía muy sorprendido de verme. Se dirigió corriendo hasta mí, me quedé helado cuando me abrazó, lo que casi hace que me caiga al suelo.- Cuanto tiempo sin verte, pero mírate… cuanto has crecido-
- Disculpe, ¿le conozco?- dejó de abrazarme, pero me sostenía por los hombros y no dejaba de mirarme de arriba abajo, lo que me incomodó bastante por estar medio desnudo.
-¡Oh, claro!, ha pasado ya tanto tiempo, perdóname.-hizo una pequeña pausa para aclararse la garganta- Soy Shinzo, el hermanastro de Kei-. Al contrario de Kei, Shinzo no era tan atractivo, pero era bastante guapo, tenía el pelo más corto que Kei, y su color de ojos era marrón.
-¡Vaya! No sabía que Kei tuviera un hermano- estaba tan feliz de saber algo más acerca de Kei- Pero lo siento, no conozco a nadie que se llame como usted-
-Oh, por favor, no me hables de usted, no soy tan viejo, tengo la misma edad de Kei- por fin me soltó, y se dirigió a la cama para volver a sentarse- ¡Pero no te quedes ahí hombre!, ven, siéntate aquí a mi lado- Shinzo era mucho más amable que Kei, o al menos eso me parecía, fui andando torpemente hasta que me senté a su lado tímidamente.
-Shinzo, ¿puedo hacerte una pregunta?-
-Claro, dime- me miró con una radiante sonrisa.
-¿De qué…?-no llegué a pronunciar la pregunta que quería hacerle, pues Kei entró por la puerta rápidamente y detrás de él iban Rhino y los demás guardaespaldas.
-¡Aléjate de él!- Kei parecía furioso, me levanté velozmente de la cama-¡Ven aquí Aoi!- le hice caso, no quería empeorar la situación, no parecía que Kei quisiera mucho a su hermano, no dejaban de mirarse el uno al otro con mirada asesina. Me puse detrás de él, donde Rhino, el cual me cogió por los hombros amablemente y miraba al frente muy serio.
- Kei, Kei, Kei, ¿porqué no te rindes de una vez? Aoi no es para alguien como tú, sabes a lo que me refiero ¿no?- Shinzo se levantó de la cama lentamente, su mirada había cambiado por completo, hacia mi era una mirada llena de amor, de cariño, pero ante Kei era fría, siniestra, me daba miedo.
- ¿Y es bueno para alguien como tu?- Kei apretaba mucho los puños.
- Bueno, yo al menos no le dispararía por error-A Shinzo se le podía observar una sonrisa maliciosa, llena de rencor.
-¿Qué pretendes decirme con eso?- Kei parecía apunto de estallar.
-¡Oh! ¿Es que no se lo has contado a Aoi?- Cada vez se acercaba más a Kei; el corazón empezó a latirme con mucha fuerza, ¿que sería lo que Kei no me había contado?
-Como abras la boca te….-
-¡Qué! ¿Me matarás igual que hiciste con nuestra madre?- me llevé las manos a la boca, no podía ser, ¿Kei había matado a su propia madre? No puede ser.
-¡¡CALLATE!!-
-¡Oh vaya! Creo que me ido de la lengua- se puso una mano en los labios para hacer creer que lo que acababa de decir era verdad.
-¡LARGO! ¡LARGATE!- Kei se puso histérico, Rhino y los demás hombres de negro lo detuvieron antes de que golpeara a Shinzo.
-Está bien, esta bien, ya me marcho, pero antes…- se acercó a mí con paso decidido, posó su mano derecha llena de anillos en mi cara y acercó su rostro al mío, me quedé helado. Me estaba besando delante de Kei, no podía creerlo, no quería creerlo.
-¡DESGRACIADO! ¡ALEJATE DE ÉL! ¡SOLTADME, MALDITA SEA!- se alejó de mí y miró a Kei con una sonrisa diabólica, y después pude ver como miraba a Rhino con interés, y tras eso se marchó tocándome la cabeza.
Durante unos segundos todo se quedó en silencio, Rhino y los demás soltaron a Kei lentamente, y con miedo a que él los golpeara. Pero de repente Kei rompió el silencio con sus gritos, lo cual me asustó ya que seguía en mi mundo pensativo.
-¡MARCHAOS! ¡TODOS! ¡LARGAOS! – yo no sabía que hacer; si salía de la habitación me moriría de vergüenza (por estar medio desnudo, claro), y si no salía podía recibir yo solo la furia de Kei.
Todos los muchachos se marcharon, Rhino antes de marcharse me tocó el hombro y me negó con la cabeza como diciéndome que no me marchara. Kei se sentó en un sillón que no había visto antes cuando estuve observando la habitación desde la cama, pues lo tapaba el gran armario; Kei parecía muy abatido. Empecé a acercarme a él lentamente:
-¡Qué! ¿Te ha gustado?- me pare en seco.
-¿El qué?- No sabía a que se refería.
-¿No es obvio? – Se levantó bruscamente y se acercó a mí.- Shinzo y el apasionado beso que te acaba de dar.
-¡No te enfades conmigo! ¡Fue él quien me besó!-
-¡Tu sólo limítate a contestar a mi pregunta! - me cogió por los brazos fuertemente, lo que me hizo un poco de daño.
-¡No! No me ha gustado- le miré a la cara enfadado, quería y deseaba decirle que sólo me gustaba que él me besara, que me tocara, pero no quería que lo supiera aún.
-Je, ¿y por mí? ¿Qué sientes por mí?- no me esperaba esa pregunta, no, aún no quería decirle mis verdaderos sentimientos, pues si se los decía querría hacer el amor conmigo inmediatamente y yo no me sentía preparado para eso.
-Nada, no siento nada- ladeé la cabeza para otro lado “me va a matar”.
-¿Seguro?- me giró la cabeza para mirarme a la cara – ¿No decías que me odiabas?-“ahí me a pillao”. Me tocaba los labios con sus dedos tranquilamente, sin dejar de mirarme.-Estás sucio-
-¿Qué…?mmm- me besaba, no tenía comparación sus besos con el que me había dado Shinzo. No podía evitarlo, le correspondía, me levantó en sus brazos sin dejar de besarme, yo me agarré a su camisa fuertemente para sostenerme, pensaba que me iba a quedar sin aire en cualquier momento sobre todo cuando vi que nos dirigíamos hacia la cama, me dejó lentamente sobre ella y apartó sus labios de los míos.
-¿Cómo te encuentras?- me sorprendió aquella pregunta, por lo que yo sabía no me había puesto enfermo ni había tenido un accidente.
-Bien, ¿porqué me lo preguntas?-
-¿Qué porqué? Has estado dos días en cama con 39,5º de fiebre, no me digas que no te acuerdas de lo que te pasó en el coche.-me quedé helado.
-Yo…yo creía que sólo me había quedado dormido, y…y que acabábamos de llegar a China- me incorporé del susto.-Yo…lo siento mucho, de veras-
-No tienes porqué disculparte gatita- Kei acarició mi rostro con sus suaves y esbeltos dedos-Tu no te pusiste enfermo aposta ¿no?-Aquella afirmación me hizo mucha gracia. Sonreí torpemente.
-Je je, ¿cómo alguien puede ponerse enfermo aposta?- coloqué mi mano en la comisura de mis labios, ya que me daba mucha vergüenza sonreír delante de Kei así.
-No. No te escondas- él, sin embargo la apartó lentamente- me gusta verte reír así-.
Me puse bastante colorado, me miraba muy fijamente parecía que me iba a devorar con esos hermosos ojos verdes. Tenía que romper aquel contacto como fuera.
-No…no digas tonterías-.Aparté su mano de mi rostro rápidamente, y ladeé mi cara al lado contrario para que no pudiera ver lo avergonzado que estaba.
Todo se quedó totalmente en silencio, le miré de reojo; estaba inmóvil, mirando a la ventana, o no exactamente a ella, parecía pensativo y entonces recordé lo que Shinzo dijo: mató a su madre, ¿cómo es posible? Kei no haría algo a sí, quería preguntarle, pero era incapaz de hacerlo, y si hiriera sus sentimientos, y si se enfadaba… no, cuando él estuviera preparado me lo contaría todo, estaba totalmente convencido.
-¿Kei…?- le miré fijamente, me quedé asombrado al observar el parecido a aquel chico de hace trece años, si, aquel muchacho que me consoló tras la muerte de mi padre… “era tan pequeño que lo recuerdo vagamente, sólo lo vi aquella vez, si no recuerdo mal el padre de ese niño era el mejor amigo del mío, yo no quería ver a nadie, estaba en la parte trasera de la casa principal cuando sin ton ni son apareció ese chico y ¿qué fue lo que dijo? No lo…” -¡ACHIS!- “vaya, creo que me he resfriado.”
-Pero como he podido ser tan estúpido- se levantó rápidamente, por lo que me asustó bastante. Corrió hacia la puerta tropezando con la mesa que había al lado del sofá- Me cago en…- no terminó la frase, parecía que no tenía tiempo de pelear con la mesa. Salió de la habitación despavorido dejando la puerta de par en par abierta y entró en la de enfrente. Podía observar ropa volando por los aires, durante unas fracciones de segundos tras aquella escena que me pareció muy graciosa salió de la habitación cerrando la puerta y entró en la mía haciendo lo mismo, y se sentó nuevamente en la cama, parecía bastante cansado, respiraba muy fuerte- Toma… ponte… esto- extendió su mano con ropa de abrigo suya. La escena que acababa de ocurrir me hizo mucha gracia y comencé a reír a carcajada limpia.
-Jajajajaja.- aunque quisiera no podía parar.
-¡Hey! ¿Qué te hace tanta gracia?- Kei estaba rojo como un tomate.- Deja de reírte- comenzó a hacerme cosquillas por todo el cuerpo. Era la primera vez que me divertía tanto.
-Kei…jaja, para, me haces cosquillas- de repente alguien entró por la puerta.
-¡Kei, me alegro de que hayas vuelto!- dejé de reír de golpe. Era una mujer bastante hermosa, demasiado para mi gusto y bastante atrevida por entrar sin permiso de nadie –Ups, espero no haber interrumpido nada especial-“pues si ¿sabes?”.
-¿No te enseñaron a llamar Akiko?- miré a Kei, parecía bastante molesto por la presencia de esa mujer rubia de ojos azules, y cuyos senos eran enormes.
-Uy, lo siento kei, pero es que me emocioné tanto al oír que habías vuelto que…- Kei la interrumpió.
-¿Qué quieres?- Se levantó de la cama.
-Hablar contigo…- me miró con esos ojos de víbora - A solas - ya empezaba a caerme gorda. Le devolví la mirada. Pude observar que Kei nos miraba a los dos.
- De acuerdo, vamos a mi habitación-“¿A su habitación? ¡Oh no!”
-Bien, vamosJ- “No la soporto” Ella salió de la habitación, pero Kei se inclinó hacia mí:
-No te preocupes gatita, no haremos nada- me puse como un tomate, “¿cómo es posible que se haya dado cuenta de que estoy molesto?” Le miré atónito.
-¿Qué te hace pensar que estoy preocupado por eso?- se le podía observar una sonrisa endemoniada, pero no dijo nada. Se incorporó y salió andando hacia la puerta- ¡Eh! Kei…- cerró la puerta tras de si. “¿Se habrá dado cuenta de que estoy celoso? Jope ¿de qué hablaran?”
*************
-¿Quién te ha avisado?- Kei se sentó en un sillón situado al lado de la cama de la habitación de enfrente (que por cierto estaba bastante desordenada por la lluvia de ropa de hace unos minutos).
-Tu querido hermanito- Akiko tenía una radiante sonrisa ante Kei.
-Está claro que hoy lo mato…- lo dijo en voz tan baja que Akiko no lo pudo oír.- ¿Y bien? ¿De qué quieres hablar? Por si no te has dado cuenta tengo prisa- A ella se le desapareció la sonrisa de la cara.
-¿Para qué? ¿Para volver con esa putita que tienes ahí?- A kei no le gustaba que (excepto él) insultara a Aoi. Se levantó rápidamente y la miró con ojos asesinos por lo que ella se asustó y sorprendió bastante.
-No vuelvas a llamarlo así-
-Yo creo que puedo llamarlo como venga en gana, ya que soy tu prometida, ¿o no?- se oyó un ruido en la puerta, lo que hizo que los dos miraran en esa dirección.
*************
-¿De qué hablaran?- estaba bastante molesto.
Me levanté y vestí con las ropas que me había traído Kei, pude observar que me estaban enormes, era una camiseta negra que al ponérmela me llegaba hasta las rodillas, pero no me importó. Me dirigí hacia la puerta, me asomé primero por ella para ver si había alguien. Al ver que no había nadie salí sigilosamente de mi habitación para que ellos no me oyeran. Puse mi oído en la puerta, pero todo estaba en silencio, hasta que pude escuchar la potente voz de Kei que parecía bastante enfadado.
- No vuelvas a llamarlo así-
- Yo creo que puedo llamarlo como me venga en gana, ya que soy tu prometida, ¿o no?-
“¿Prometida? ¿Kei tiene una prometida?” No quería seguir escuchando, con escuchar aquello me había bastado, así que decidí volver a mi habitación, pero me tropecé con una endemoniada mesita que había a la derecha de la puerta. Pensé que me había roto el dedo del pie, se me saltaron las lágrimas del mismo dolor, pero no podía quedarme ahí, seguramente habrían oído el ruido, y entonces saldrían a mirar. Intenté moverme pero no pude, el dolor que me procesaba el dedo era demasiado fuerte “¡Dios, que dolor!” Me agaché para tocármelo, y entonces ocurrió lo que me esperaba, alguien abrió la puerta.
-¿No le has enseñado a tu mascotita que no debe escuchar conversaciones ajenas?- Yo la miré, se me caían lagrimas de los ojos.
Kei salió empujándola a un lado y se agachó hacia mí. Me miró el pie, sangraba un poco.
- No te preocupes, está bien- me tocó el rostro para quitarme las lágrimas y me cogió en brazos.
-Pero… Kei, ¿Y nuestra conversación?- parecía bastante molesta por lo que me gustó bastante.
- No tengo nada más que decir, y tú tampoco, ¡márchate! – ni siquiera se dignó a mirarla, parecía no importarle nada. Entramos en mi habitación y me tumbó en la cama.
Fue hacia el baño y sacó del botiquín de emergencias unas vendas y un bote pequeño que ponía alcohol.
- Kei… lo siento, no debí…-le miré arrepentido.
- Olvida lo que has oído- parecía no importarle en absoluto, pero a mi si me importaba no podía permitir lo que Kei estaba haciendo.
- No puedo… ¡AY!- me echó el alcohol en el dedo malherido.
- Digo que lo olvides ¿entiendes?-
-Como voy a olvidar de que tienes una prometida… a ella le dolerá mucho verte con otras personas- Kei me miró, y se acercó a mí hasta llegar a mis labios.-No… Kei, bast…mmm- intenté apartarlo de mí pero como siempre el tenía mucha más fuerza que yo a si que decidí dejarme hacer por el intenso beso de Kei. Se separó de mí.
- Tu eres el único para mí ¿entendiste?- aquello me sorprendió, me puse colorado, “¿Kei acaba de decirme que me ama?” pero ya era demasiado tarde; Kei tenía una prometida y yo no quería hacerle daño a nadie, aunque fuera una víbora arrogante y estúpida. Empecé a llorar amargadamente; miré a Kei y él me miraba asustado.
-¿Te duele?- si, me dolía, pero me dolía mucho más el corazón.
Al cabo de unos minutos expulsando mis últimos suspiros con unas pequeñas lágrimas, Kei salió de la habitación.
-Se ha quedado a mi lado viéndome llorar sin decir nada- pude notar el hinchazón de mis ojos. Me los restregué suavemente.
Al cabo de unos pocos minutos Kei apareció por la puerta con una bandeja de comida en la mano. Se acercó a mí y la dejó en mis piernas.
-Debes de tener hambre- me tocó la cabeza cariñosamente. Yo le sonreí vagamente.
-Si, gracias- cogí la cuchara y empecé a tomarme la sopa.
-Ya veo que confías en mí-
- Bueno…si- Kei no dejaba de mirarme por lo que era bastante incómodo.
-Aoi,…- le miré con una cucharada de sopa en la boca –Eres muy hermoso- para error mío le escupí toda la cucharada de sopa en la cara, como si de una fuente se tratara. Kei intentó esquivarla pero no pudo ^_^().
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Estaba tumbado en la cama escuchando como caía el agua de la ducha. “¡Qué vergüenza! Pero el culpable ha sido él, haber… ¿para qué me dice eso? ¿Qué soy hermoso? ¡Qué chorrada! Y ¿porqué leches me sonrojo? Seré idiota.” Hundí mi cabeza en la almohada. El sonido del agua cesó. Al cabo de unos segundos, Kei salió del baño con un albornoz que había cogido de su habitación antes de entrar en la ducha y una toalla en los hombros.
-Je… ¿avergonzado?- se sentó en el borde de la cama. Saqué mi cabeza de la almohada y lo miré:
- Si…- Podía observar como se reía por lo bajo. Se agachó hasta llegar a mi oído.
-No estoy enfadado- me lo dijo tan susurrante que me dio un escalofrío.
-No me hables así… me dan escalofríos- apoyé mi cabeza a la almohada.
-¿También lo hacía ella?- Kei se había puesto muy serio. Aquella pregunta me sorprendió bastante y no sabía a que se refería.
-¿Quién?- pregunté incorporándome en la cama hasta quedarme sentado.
-Tu madre- “no… no puede ser que Kei lo sepa, ¿quién se lo habrá contado?
-¿Cómo…? ¿Quién…?- me puse muy nervioso, mis manos y todo mi cuerpo temblaban, recordé lo que Kei me dijo tras haber visto las cicatrices de mi espalda<<- el que te haya hecho esto, lo pagará muy caro->> - ¿Quién te lo ha…?- me empezó a doler mucho el pecho. Me encogí del mismo dolor.
-¡Aoi! ¡Aoi! ¿Qué te pasa? ¡Aoi!- Kei gritaba desesperado.
Agarré a Kei por el albornoz;
-No le hagas nada, por favor, ella no tiene la culpa, he sido yo… yo lo maté… yo maté a mi padre.
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